Hoy he hablado con Isabel. Isabel tiene más de 25 años y vive en las islas. Está estudiando en la
Universidad y buscando un empleo. Además, colabora con una organización en un
banco de alimentos.
Su voz trasmite energía, ganas de superarse, de avanzar, de
dejar atrás los obstáculos. Y, como ella, me ha dicho, utiliza el lenguaje como
forma de empoderarse. Especialmente hoy y su tono de voz cambia súbitamente. Hoy
necesita empoderarse porque hoy él sale de la cárcel. Por cuarta vez.
Isabel es una superviviente de la violencia de género. Tiene
una orden de alejamiento. Pero sigue viviendo con miedo. Se sienta en la parte
trasera del bus, mira hacia todos los lados y, hoy tiene más miedo.
Le digo que es muy valiente y que siga adelante con su vida
y ella me devuelve su realidad: cómo? No tiene empleo, no tiene forma de
marcharse. Y cuando le contesto que, efectivamente,
marcharse puede ser una solución para terminar con una situación traumática me
contesta que la situación no termina nunca, que va con ella. Se agolpan los
recuerdos, los miedos, las cartas enviadas, las respuestas de las
Administraciones Públicas, las citaciones judiciales…etc. Y, ¿por qué se tiene
que ir ella?
Me dice que pocas veces habla de su situación porque es un
tema personal y no quiere molestar a nadie. ¿un tema personal? Me siento
avergonzada. Es un problema social, que afecta a los cimientos de nuestra
sociedad democrática, a los principios que salvaguarda la Constitución. No hay
libertad sin seguridad, no hay derechos sin seguridad.
Y hoy, sale. Y ella se repite que está empoderada.
Mañana va a clase, mañana asiste a primeros auxilios.
Y me da las gracias por escucharla y, a mí, me tiembla la
voz.
Hoy han sido asesinadas tres mujeres. En 2015, ya son 33 las
mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas. BASTA YA!!!